Cuadernos de Marte surge como un espacio de reflexión sobre el tema de la guerra y de la violencia política. Con este primer número damos a luz un proyecto largamente acariciado, gestado hace algunos años entre investigadores de varias universidades de América Latina, que nos dedicamos desde diversos abordajes de los problemas vinculados a los conflictos armados. Lamentablemente distintas circunstancias fueron retrasando el mismo, pero finalmente cobra ahora cuerpo.
Los que emprendemos este esfuerzo estamos conscientes de que independientemente de la opinión que tengamos sobre estos hechos, ellos han sido hasta ahora un fenómeno social ineludible en la historia de la humanidad.
Los miembros de esta revista tenemos visiones diferenciadas sobre el problema de la guerra y la violencia. El que estos temas sean objeto de nuestra preocupación no necesariamente nos hace afectos a los fenómenos que buscamos analizar y comprender.
Algunos de nosotros no solo deploramos a la guerra y la violencia sino hasta pensamos que estos hechos casi siempre resultan inútiles. Sin embargo todos los que sustentamos a Cuadernos de Marte estamos convencidos que la guerra y la violencia son campos indispensables para la reflexión teórica y la reconstrucción histórica en el terreno de la ciencias sociales. Y también lo estamos respecto a que sólo de la diversidad de perspectivas pueden surgir síntesis, pues únicamente de la confrontación teórica emana la riqueza de pensamiento.
La guerra y la violencia en general siempre han necesitado de un espacio de legitimidad para poder volverse verdaderamente efectivas. Entendida como la relación entre dos colectivos mediante la práctica sistemática y volitiva de la violencia física, con derramamiento de sangre, es probablemente tan antigua como la humanidad misma. El enorme sufrimiento humano que implican y el costo que han pagado las sociedades que las sufren o emprenden, han sido motivo suficiente para que guerras y violencias sean condenadas. Por ello los denominativos de guerras justas o necesarias o las guerras santas, han sido indispensables para todos aquellos que las promueven.
La Modernidad dio a este fenómeno un formato preciso y fácilmente reconocible: el enfrentamiento armado entre dos o más Estados. Pero esta conformación ha ido declinando en las últimas décadas; la existencia de grupos insurgentes extendida por todo el globo desde la segunda mitad del siglo pasado es un dato imposible de cuestionar. La aparición de empresas militares privadas como fenómeno finisecular también lo es. La guerra muda sus formas. Resulta necesario, en consecuencia, indagar en sus nuevos vericuetos e intentar, siempre que sea posible, encontrar regularidades que culminen, finalmente, en la posibilidad de construir un artefacto teórico que permita comprender este fenómeno social en sus nuevas configuraciones.
Quienes nos ocupamos de los fenómenos sociales no debemos dejar de asumir este desafío. Particularmente en una región del planeta que ha vivido o vive situaciones de guerra de este nuevo tipo. América Latina ha sido, a lo largo del siglo XX, un subcontinente en el que casi no hubo guerras convencionales, pero sería osado decir que fue una región sin conflictos armados; los tuvo y los tiene. Llamarlos “guerra”, “violencia política” o de otra manera no cambia sustancialmente el asunto. Lo cierto es que, en la definición amplia de la que partimos, estos conflictos quedan plenamente enmarcados.
Pretendemos que esta revista sea un espacio académico de producción, reflexión y debate sobre estos procesos. No limitamos nuestra mirada únicamente a América Latina, pero ciertamente es el núcleo de nuestro interés más inmediato. No obstante, serán bienvenidos todos los aportes de cualquier lugar del mundo que compartan nuestras inquietudes sobre este fenómeno, sin importar su encuadramiento disciplinario ni teórico, siempre que se respeten los estándares de calidad requeridos.